Columna de Magdalena Balcells González, Presidenta del Directorio de Empresa Portuaria Iquique
En el ámbito del desarrollo económico y logístico, pocas imágenes representan mejor el desafío actual que la figura del puente. Un puente conecta, reduce distancias y facilita que flujos —de carga, de personas, de decisiones— se muevan con eficiencia. En el mundo empresarial, esta metáfora adquiere un valor estratégico: los proyectos que prosperan son aquellos capaces de articular intereses, coordinar capacidades y construir vínculos estables que potencien la competitividad.
En un contexto global cada vez más exigente, las cadenas logísticas requieren mayor resiliencia y predictibilidad. Por ello, es fundamental avanzar hacia modelos de colaboración que generen las condiciones necesarias para que Chile mantenga su competitividad en el comercio internacional. En este ámbito, la confianza y el diálogo público-privado son premisas que debemos gestionar desde distintas perspectivas. El mensaje es claro: la cooperación es un activo estratégico que, cuando se materializa, impulsa el crecimiento y abre nuevas oportunidades de inversión.
Para la Empresa Portuaria Iquique, este enfoque resulta especialmente estratégico. Nuestro puerto cumple un rol articulador en la macrozona norte, conectando las actuales rutas transfronterizas y las que se desarrollarán en el futuro cercano, infraestructura que transformará la manera en que Bolivia, Brasil, Paraguay, Argentina y Chile se vinculan con los mercados del Asia-Pacífico.
En este contexto, Iquique no es solo un punto geográfico: es un puente logístico natural que optimiza tiempos, amplía alternativas y ofrece una salida competitiva para el comercio de la región andina y de la macrozona sudamericana en general.
La capacidad del puerto para convertirse en una plataforma eficiente depende justamente de esa lógica de puente: coordinación entre actores, integración con el entorno urbano, disponibilidad de infraestructura, innovación en procesos y una gobernanza que permita responder al dinamismo del comercio exterior. Por ello, EPI ha impulsado un trabajo permanente con autoridades, gremios, operadores, empresas transportistas y la comunidad, entendiendo que la competitividad se construye en red.
Miramos el futuro con optimismo. Sabemos que Iquique tiene condiciones únicas para consolidarse como nodo estratégico del sistema portuario y punto clave en la conectividad bioceánica. Ser un puente —entre territorios, mercados y oportunidades— es parte de nuestra identidad y de nuestra responsabilidad. Y seguiremos trabajando con convicción para que este potencial se traduzca en desarrollo, inversión y más empleabilidad para la región de Tarapacá.


