Columna de Magdalena Balcells González, Presidenta del Directorio de Empresa Portuaria Iquique

La reciente implementación de la Ley Karin nos ofrece una oportunidad única para reflexionar sobre nuestras conductas y en general nuestra cultura organizacional. Esta ley nos abre la posibilidad para promover ambientes laborales más seguros, respetuosos, amables y equitativos. En un mundo cada vez más diverso y globalizado, la inclusividad no es solamente un valor deseable, sino una necesidad imperante en las organizaciones modernas.

La verdadera inclusividad va más allá de integrar diversidad en el lugar de trabajo. Implica crear un entorno donde las personas se sientan valoradas y respetadas, y donde tengan igualdad de oportunidades para desarrollarse.

La Ley Karin aborda precisamente esto, instando a las organizaciones a construir culturas inclusivas y colaborativas que pone la empatía y el respeto mutuo en el centro de todas las interacciones. Este enfoque no sólo mejora el bienestar de las y los trabajadores, sino que también fortalece la cohesión y el compromiso.

De la mano de La Ley Karin, también estamos implementando la Ley de Conciliación de la Vida Personal, Familiar y Laboral para asegurar a nuestros trabajadores y trabajadoras una vida saludable y equilibrada tanto dentro como fuera del lugar de trabajo, lo que debiera impactar de manera muy positiva en la satisfacción y productividad de nuestros equipos.

En el ámbito portuario nos motiva priorizar la inclusividad, la conciliación de la vida personal y laboral, incorporando esta dimensión en nuestros desafiantes objetivos de desarrollo, tanto en la región como para el norte del país. Por ello, con el apoyo de la Dirección del Trabajo de Tarapacá, coordinamos una charla sobre la implementación de la Ley Karin a las y los representantes de los diferentes actores que intervienen en el sistema logístico portuario. El foco: propiciar ambientes laborales en donde prime el buen trato y respeto.

Adoptar una cultura organizacional inclusiva exige profundos cambios culturales que no ocurren de un día para otro y además de tiempo requieren, esfuerzo, voluntad y convicción de que con estas herramientas vamos a lograr tener personas más comprometidas y una organización más fuerte y resiliente.

Es responsabilidad de todas y todos, asegurar que la inclusividad y el equilibrio entre la vida personal y laboral se conviertan en la base de nuestra cultura organizacional. Sólo así podremos construir un futuro donde estos valores sean una realidad cotidiana.