El proyecto busca avanzar hacia una operación más limpia y eficiente, contribuyendo a la reducción del consumo eléctrico y fortaleciendo la logística portuaria con tecnología de bajo impacto ambiental. “Como empresa pública y puerto estratégico en el norte de Chile, tenemos el deber de incorporar prácticas sostenibles en nuestros procesos. Este cambio no solo reduce nuestra huella energética, sino que mejora las condiciones operativas para trabajadores, usuarios y concesionarios del recinto”, destacó Rubén Castro, gerente general de EPI.
Uno de los aspectos destacados de esta iniciativa, aun cuando todavía no es exigible para Tarapacá, es que el equipamiento cumple con el Decreto Supremo N° 43, que regula la contaminación lumínica. Esta certificación posiciona a EPI como pionera en el extremo norte del país en resguardar la calidad de los cielos nocturnos, un patrimonio natural y cultural fundamental para las comunidades del altiplano.
Este tipo de iluminación, además de su eficiencia energética, considera el resguardo de la biodiversidad, como es el caso de la conocida migración de la Golondrina de Mar y la protección de los ciclos naturales del ecosistema. También tiene un fuerte componente cultural: busca preservar la observación astronómica tradicional de pueblos originarios como los quechuas, aymaras y atacameños.
