Columna de Magdalena Balcells González, Presidenta del Directorio de Empresa Portuaria Iquique

Como hoy, un 21 de mayo, pero hace 145 años, se libró un episodio que trascendería en el tiempo para convertirse en una leyenda. El Combate Naval de Iquique no sólo marcó un hito en la historia de Chile, sino que también dejó un legado que se entrelaza con el desarrollo económico y social de la región de Tarapacá.

La gesta protagonizada por el capitán Arturo Prat y sus hombres en la bahía de Iquique se erige como un recordatorio de la valentía y el compromiso con la patria. Sin embargo, más allá de su significado, este episodio ofrece lecciones pertinentes para el presente, especialmente en lo que respecta al papel del Puerto de Iquique en el progreso regional.

El Puerto de Iquique emerge como un motor clave para el desarrollo económico de Tarapacá y el norte chileno. Sus instalaciones facilitan el comercio marítimo y brindan oportunidades para potenciar el ecosistema logístico. En este contexto, las y los actores públicos y privados están convocados a colaborar para gestionar los desafíos que abordaremos con motivo de la próxima puesta en marcha del Corredor Bioceánico de Capricornio y demás rutas transfronterizas. En tal sentido, el papel y coordinación que estamos impulsando, por ejemplo, con el Gobierno y Consejo Regional de Tarapacá resultan decidores para materializar un crecimiento sostenible, lo que implica la implementación de políticas que fomenten la inversión en infraestructura portuaria, la mejora de la conectividad terrestre y la promoción de la competitividad.

Asimismo, contamos con una plataforma que es la zona franca de Iquique, componente vital para la región, centro de negocios con el que nos integramos como pilares de la economía regional y que busca seguir actualizándose para seguir siendo protagonista de Tarapacá.

En última instancia, enaltecer el legado del Combate Naval de Iquique implica más que simplemente recordar hazañas pasadas; implica comprometerse con el futuro, con Tarapacá y sus habitantes. Sólo el trabajo conjunto asegura que el legado de valor y sacrificio perdure.

El 21 de mayo sigue siendo una fecha de conmemoración y reflexión, pero también debería ser un recordatorio de nuestro deber con las generaciones venideras. En la alianza entre la historia y el desarrollo regional, encontramos la inspiración y la oportunidad para forjar un camino que honre el pasado, mirando el horizonte con esperanza y determinación.